Los que me seguís por las redes podéis ver que últimamente mi afición al deporte ha ido en aumento, y aunque mis principales motivos ahora mismo son meterme en los vaqueros del verano pasado y estar mona en la boda de mi prima el cambio de hábitos seguro que me vendrá bien.
La primera vez que entré por la puerta del gimnasio hace unas semanas, con más miedo que otra cosa no imaginaba que me engancharía, pero si me lo hubieran dicho a los dos días os aseguro que habría mandado muy lejos al que me lo hubiera asegurado, me dolían partes del cuerpo que no sabía que tenía, y tenía la sensación de tener fiebre, un malestar general que sólo se me pasó con un ibuprofeno, el segundo día os prometo que fui porque me había prometido a mi misma que esta vez iba a ser diferente pero me costó la vida coger el coche hasta allí.
Lo que no te cuentan del deporte…
En realidad, no es que no te lo cuenten, es que no lo escuchas y no lo entiendes hasta que un día lo sientes, y entonces tu relación con el deporte cambia para siempre. Empiezas fijándote mucho en ropa deportiva molona y te das cuenta que al entrar en tu web de zapatos de referencia, en mi caso como siempre os digo spartoo, lo primero que hago es ir directa a la sección de deportivas, y si puedo filtrar y seleccionar las deportivas más chulas entonces, estoy perdida.
A ver si esta semana saco un rato y unas fotos y os cuento qué es lo que a mi me ha hecho engancharme, es cierto que me va a costar explicar realmente que hace que cuando crees que te queman tanto las piernas que no podrás levantarte, entonces sacas fuerza te levantas y aún haces una nueva repetición, siempre puedes una más.